Con un cuerpo de mujer estilizado y cabeza de gato la “imagen del alma despierta” la diosa Bast (Bastk o Bastes) es creada en Egipto, 3000 años antes de Cristo.

En busca de ratones, los gatos se acercan a los graneros como caídos del cielo, enviados por los dioses adorados; son representados en pequeñas esculturas de diferentes materiales, formas y tamaños, acompañando los sarcófagos de las momias de gato.

Durante muchas lunas los venerados felinos han sido tema y motivo de diversas creaciones artísticas. Éste puede ser encontrado en imágenes de mosaicos en Pompeya del siglo S. I de nuestra era, donde se le exalta como un gran cazador. En el oriente, las imágenes de éstas “miniaturas de tigres” cuentan historias. En china y Japón se ven deliciosas escenas de gatos, pintadas en tintas como testimonio alegórico a la naturaleza. Hiernonymus Bosch, El Bosco, los dibujó en “El Jardín de las Delicias” junto a Adán, Eva y Dios, con un ratón en la boca. Además, en la parte central de la obra “La tierra”, el gato está de color azul con varias figuras humanas sobre su lomo.

Asi mismo, el pequeño felino ha sido incluido por Diego Velásquez en “las hilanderas” y Francisco de Goya retoma la figura del gato en el Retrato de Manuel de Zúñiga. Es necesario nombrar el importante legado dejado por Gottried Mind, (llamado Rafael de los gatos). También los incluyen Henriette Rommer-Knip o Julios Adam, quienes elevaron al animal, a la categoría de musa, apareciendo en retratos del hogar, con joyas, terciopelos y bellas damiselas que hacían gala de su aristocracia; de este modo se convirtieron en un símbolo de la vida burguesa. Por otro lado, el gato está ligado a imágenes de hechiceros y adivinos y se encuentra en la iconografía popular europea.

Considerado como compañero por muchos artistas como Théophile – Alexandre Steinten y Toulousse Lautréc en los carteles de espectáculos teatrales y del Music hall, del alegre París, de la “Belle Époque. También, los expresionistas Ernst Luwig y Franz Marc lo usaron como motivo. Los post impresionistas como Pierre Bonnard los introdujeron en sus escenas refinadas e íntimas, además de ser uno de los motivos más recurrentes de los acuarelistas ingleses del siglo XIX. El gato sirvió como modelo de muchas obras desde comienzo del siglo XX y ha sido representado en este siglo por Paul Klee, Andy Warhol, Mondrian, Pablo Picasso, Marc Chagall, Joan Miró, Wassily Kandinsky, entre muchos otros.

A principios del presente año, en una exposición temática dedicada al gato en el mundo del arte, en la galería Municipal de Karsruhe Alemania, se encontraron más de 400 obras de colecciones de todo el mundo; esta resultó ser la retrospectiva más importante que se ha hecho hasta la fecha sobre el tema.

En la historia del arte colombiano, el felino recorre largos caminos. Lo encontramos de manera representativa en los cuadros de Enrique Grau, en los intaglios de Omar Rayo, la escultura “El Gato del Río”, del artista Hernando Tejada. En un homenaje al fallecimiento del escultor, se emprende la búsqueda de una novia para el gato del Río; allí quince artistas colombianos intervinieron unos gatos hechos por Alejandro Valencia Tejada, en fibra de vidrio. Por otra parte, lo encontramos en las alegres pinturas de La caleña Maria Paz Jaramillo y en las monumentales esculturas de Fernando Botero, como son el polémico gato del barrio el Raval en Barcelona y el del Jardín Yebisu en Tokio entre otras referencias.

El gato ha sido y será el motivo de expresión de muchos artistas; quizás por su porte elegante y su halo de misterio no dejaremos de encontrarlo en museos, en galerías, en murales y esculturas o simplemente en la calle. Como lo expresa la frase popular “Amado por unos y odiado por otros, pero nunca desconocido”.